Toda obra musical comienza alrededor de una mesa en la que el equipo creativo discute el enfoque que se le va a dar al libreto, el estilo que va a seguir la coreografía, el diseño de luces y escenario, o los arreglos musicales. Es un proceso de incalculable valor creativo y también a nivel de producción del espectáculo.
Este documental se basa en una experiencia de creación previa al film musical ‘Jesucristo flamenco’.
REFERENCIAS Y TONO
Es la primera vez que se hace un documental de estas características, y como referencia –pese a no ser un musical– bebe de fuentes como Vania en la Calle 42 de Louis Malle, que abordaba el proceso de creación de la obra de Chejov, guionizada por Mamet, y que obtuvo numerosos premios entre los que destaca el del jurado en Valladolid. La audiencia potencial, no solo los aficionados, disfrutará de un buen musical con discusiones respecto a la complejidad de producción artística de este proyecto.
La película en la que se basa este documental se enmarca en la tradición del cine español a la hora de reflejar el flamenco de cada época.
Ocurrió con Duende y misterio del flamenco de Edgar Neville, en los años 50, con Los Tarantos de Rovira Veleta en los 60 y con las producciones de Carlos Saura, con Antonio Gades y sus documentales en las décadas siguientes. El flamenco es un arte visceral y lleno de “vicios” en lo estilístico que, siendo único y perfecto para ese lenguaje, puede no serlo para el lenguaje del cine o el teatro durante el taller, es un momento perfecto para “medir” a estos increíbles artistas de flamenco y ver dónde se encuentran más cómodos en lo interpretativo, sirviéndonos además a nosotros, el equipo de producción y creativo, para valorar dónde debemos poner según qué esfuerzos.
A nivel de realización la directora recurrió, para modernizar la estética visual, al uso de espejos como reflejo de una realidad, que en el proceso de la creación tiene posibilidades que se multiplican y que ya utilizara Agnes Varda para la transformación de sus personajes como en Cleo de 5 a 7 o sobre su propio proceso de creación en Las playas de Agnes.
Cada “workshop” tiene vida propia, y eso es lo que los hace únicos. La línea que los cruza es la del objetivo común de los productores y creadores de descubrir el alma de la obra, así como el camino adecuado para materializarlo. Será la forma la que dicte el contenido.
En talleres de Broadway o el West End, es habitual ver a un pianista que acompaña los ensayos, siempre con el compositor, coreógrafo y director presentes, atentos a cada detalle y abiertos a dejar que el proceso dicte el resultado final. En nuestro caso, la columna vertebral vino dictada por la guitarra, el cajón y las palmas de los flamencos que integraron el elenco. Fue además un momento único para poder trabajar con los actores que formarán el elenco de la obra musical, un espacio de ensayo que nos permitió desarrollar elementos a usar en el rodaje de la película. Normalmente no se suelen hacer estos talleres con el elenco final que posiblemente forme la película o la obra musical, ya que precisamente durante este proceso se suelen descubrir elementos de su interpretación que pueden hacer cambiar de opinión al director, productor o director musical sobre la conveniencia de usar a según qué intérprete para qué papel. Un momento ilusionante y tremendamente útil que marca el comienzo de algo más grande y tremendamente inspirador.
Jesucristo en los medios.
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